No en la superficie de la carretera, sino todo lo contrario, ya que quitan los molestos reflejos que se producen en el asfalto sobre todo cuando la luz solar es muy intensa.

Los miopes suelen estar más cómodos con filtros solares de color marrón.

Los filtros marrones, grises y verdes son los que menos alteran la visión de los colores.

Sí. Las gafas de sol se pueden graduar con cualquier tipo de lente, también progresivas, y existen en el mercado multitud de tratamientos y filtros que posibilitan una buena protección solar para las personas que necesitamos lentes graduadas.

Como hemos visto, dependiendo del tipo de deporte, se aconsejan unos filtros solares u otros. Debe ser común para todas las actividades al aire libre un buen filtro UV (al menos 95%). Según el caso, se usarán unos colores u otros y unas saturaciones (mayor o menor paso de luz) y otras.
Además, los diseños de las monturas, también son importantes según la actividad.
Tu óptico te aconsejará adecuadamente.

Visionlab trabaja para sus clientes con los principales proveedores y marcas de sol.

Es un problema de refracción que se manifiesta cuando la persona percibe borrosos los objetos lejanos, debido a que la imagen de estos se forma delante de la retina. Se produce porque la córnea, el cristalino o ambos son muy potentes, o porque el ojo es más largo de lo normal.

Es un problema visual en el cual, con la acomodación relajada las imágenes que proceden de los objetos que nos rodean quedan enfocadas por detrás de la retina. El ojo es un poco más corto de lo normal, por lo tanto, los rayos de luz que entran al ojo focalizan detrás de la retina

Es un problema refractivo en el cual no existe un solo punto focal, sino dos. Puede ser delante, detrás o en la propia retina, pero al ser dos imágenes diferentes el objeto se ve borroso.
El astigmatismo normalmente está provocado porque la córnea (primera parte del ojo) no tiene la misma curvatura en toda la superficie. Una cornea con astigmatismo tendría la misma forma que medio balón de rugby, mientras que otra córnea sin astigmatismo, tendría la forma de medio balón de fútbol.

No, la miopía y la hipermetropía son problemas refractivos contrarios y no pueden darse juntos. Si puede ocurrir que un ojo sea miope y el otro hipermétrope, pero no en el mismo ojo.

La presbicia, también conocida como vista cansada, es un problema visual que consiste en la pérdida de la capacidad de enfoque del ojo. Lo que implica una dificultad para poder ver objetos cercanos.
El ojo para poder ver objetos cercanos necesita hacer un enfoque modificando la curvatura del cristalino (lente natural del ojo). Con el paso de los años el cristalino pierde su flexibilidad de manera que no puede modificarse para enfocar nítidamente los objetos cercanos.
Las lentes más adecuadas para corregir la presbicia son las lentes progresivas.

A partir del momento en el que el usuario comienza a tener problemas para leer sobre todo textos donde las letras sean pequeñas o a maquillarse, cuando se busque más intensidad luminosa para poder leer o alejar el texto de sus ojos estirando sus brazos, son indicativos del inicio de la presbicia.
La edad para empezar a usar corrección de cerca fluctúa entre los 37 y 45 años aproximadamente, aunque puede haber personas con más edad que todavía no las necesiten. Dependerá de factores como el tipo de actividad en visión próxima que realice la persona o si se presenta algún problema refractivo de lejos.
La presbicia se suele estabilizar sobre los 60 años, durante todo ese periodo se deberá cambiar de lentes progresivas cada cierto tiempo debido a los aumentos de la graduación.

Es un valor, expresado en dioptrías, que indica la potencia de lentes esféricas necesaria para corregir problemas visuales como la miopía o la hipermetropía. Cuando se trata de miopía el valor de la esfera es negativo (p. ej. -1.00), cuando es hipermetropía el símbolo utilizado es positivo (o no se pone nada) (p.ej. +1.00 ó 1.00).
El valor se expresa en múltiplos de 0.25 dioptrías y las siglas más utilizadas para expresarlo son Sph, Esf, Esfera.

Es un valor, expresado en dioptrías, que indica la potencia de las lentes tóricas que debe ser colocada delante del ojo para corregir el astigmatismo.
Normalmente suele anotarse con signo negativo, aunque también puede aparecer en positivo (en este último caso, sería necesario trasponer la graduación a cilindro negativo). El astigmatismo suele ir asociado a miopía o hipermetropía, pero puede aparecer solo. Siempre debe ir acompañado de una orientación (eje).
El valor se expresa en múltiplos de 0.25 dioptrías y las siglas más utilizadas para expresarlo son Cyl, cilindro o simplemente ir anotado después de la esfera.

Es la orientación del astigmatismo. Su valor se expresa en grados y va desde 1º a 180º. Siempre va indicado después del valor del astigmatismo.

Es un valor que se expresa en dioptrías e indica la potencia esférica que deberá ser usada para corregir la presbicia o vista cansada. Este valor se “adiciona” a la corrección de lejos, para que el usuario pueda tener una visión nítida de cerca.
El valor de la adición normalmente va de 0.75 hasta 3.50 dioptrías y aunque se trata de un valor positivo, el signo + no suele aparecer anotado.
Las palabras más usadas para este valor son adición o add

La distancia interpupilar, expresada en milímetros, es la distancia entre el centro de la pupila del ojo derecho y la del ojo izquierdo.
La altura pupilar es la distancia que hay entre el centro de la pupila y la parte inferior de la montura escogida.
Ambos valores son fundamentales para el óptico-optometrista a la hora de realizar el montaje de las gafas.

Son cristales que cambian de color cuando incide sobre ellos la luz solar (ultravioleta). De esta manera, las gafas son transparente en interiores y se oscurecen en el exterior. Dependiendo de la intensidad de la luz solar (ultravioleta) el oscurecimiento es mayor o menor.

Para poder operarse de miopía, la graduación debe permanecer estable durante al menos un año. Aunque lo normal es que la miopía no volviese a aparecer, si podría darse el caso de un aumento de la miopía.

El grosor de la lente viene determinado por la cantidad de dioptrías que tenga. No hay establecido un límite de graduación a partir del cual se necesite una lente reducida o no, además también influye mucho el tamaño y forma de la montura escogida.
Cuando la graduación es alta, además de reducir la lente, es muy importante escoger una montura que no sea demasiado grande.

Son lentes que gracias a una geometría y diseño especial y complejo es capaz de proporcionar al usuario una solución para su problema visual permitiéndole con una sola gafa la visión perfecta en distancias lejanas, intermedias y cercanas sin saltos entre cada una de ellas.
Las lentes progresivas han evolucionado mucho durante los últimos años y actualmente existen en el mercado multitud de lentes y diseños para poder escoger el que mejor se adapte a las necesidades del usuario. El óptico-optometrista le recomendará el más indicado.

En su momento lo fue, pero en la actualidad los diseños de estas lentes son muy avanzados y las lentes pueden tallarse de manera personalizada a la graduación, montura escogida y hábitos visuales de la persona que llevará la gafa, todo esto minimiza los problemas de adaptación.

Si, la mayoría de fabricantes de lentes de contacto actuales dispone de lentes de contacto progresivas. En muchos casos esta solución es una alternativa para personas que comienzan a tener presbicia y son reacios al uso de una gafa progresiva. Su óptico-optometrista le asesorará sobre cuál es la lente más indicada para su caso.

Ambas lentes están indicadas para personas con vista cansada o presbicia.
El bifocal es una lente que tiene graduaciones para dos distancias, lejos y cerca. Estéticamente se nota en la lente una pequeña “ventana” en la que está incluida la graduación de cerca. Con este tipo de lente perdemos las distancias intermedias.
El progresivo es una lente mucho más avanzada en diseño y tecnología. En un mismo cristal se incluyen todas las graduaciones necesarias para que una persona pueda ver nítidamente desde una distancia lejana a una cercana, incluidas las intermedias. Estéticamente no se nota nada en la lente.

Las lentes hidrofóbicas tienen una capa que recubre ambas caras de las lentes y le proporciona la capacidad hidrofóbica, es decir, repeler los líquidos que puedan caer sobre la superficie de ellas. Por ejemplo, repele las gotas de lluvia, haciendo que resbalen por toda la superficie.

Actualmente todos los dispositivos electrónicos (tablets, móviles, ordenadores…) emiten luz azul, dañina para el ojo. El filtro azul de las lentes i-lens absorbe parte de esa luz azul y evita que entre en el ojo. De este modo logramos prevenir futuros problemas oculares como por ejemplo la degeneración macular.

No es recomendable reutilizar lentes a una montura nueva, ya que cada lente se monta con unas distancias interpupilares y alturas correspondientes, que podrían modificarse al cambiar a una nueva montura. En una lente monofocal (miopía, hipermetropía, astigmatismo), esto no es tan problemático. En una lente progresiva esta adaptación es mucho más complicada, ya que, si se modifican las alturas, el usuario puede perder calidad visual en cerca o lejos.
En el caso de adaptar las lentes a una nueva montura, ésta siempre tendrá que ser de una forma muy parecida pero más pequeña que la inicial, ya que en caso contrario la lente “se caería” de la montura al no encajar perfectamente.

La limpieza ideal de las lentes es en húmedo, y después secar con una gamuza microfibra o con un pañuelo suave. Si las lentes están muy sucias se puede usar unas gotas de jabón neutro o cualquier spray o toallita limpiagafas.
Una limpieza en seco puede arañar las lentes, ya que si estas tienen alguna mota de polvo se arrastraría con la gamuza.

Realmente no existe una limitación sobre materiales de las monturas para una gafa de niño. Las monturas de pasta suelen ser un poco más cómodas debido a que no tienen plaquetas en la zona del puente, sin embargo, las monturas metálicas suelen ser más finas, ligeras y discretas, lo que hacer decantarse por este material a niños que no quieren que la gafa se le note demasiado.
Si es cierto, que para niños pequeños (entre 0-4 años) lo ideal es el uso de montura de pasta y con una cinta en la parte posterior para el correcto ajuste de la gafa. En estos casos el uso de gafa es importante porque suelen ser graduaciones altas y el correcto uso de estas es importante.

No, le tamaño modificado del ojo (pequeño o grande) cuando se lleva la gafa puesta viene determinado por la graduación de las lentes. Independientemente de la reducción escogida, al ser la misma graduación, el ojo se verá más pequeño (miopía) o más grande (hipermetropía)

Cuando se llevan puestas, apenas se notan. Y como sólo se usan durante el sueño, se evitan las molestias asociadas a llevar las lentillas durante el día.

Para su correcto funcionamiento es necesario reemplazarlas todos los años. Su cuidado es sencillo, similar al que requieren las lentes de contacto convencionales. Sólo hay que limpiarlas cada día con un líquido especial y guardarlas en su estuche.

 

Las lentes progresivas están indicadas para las personas que han comenzado con la presbicia (vista cansada) y que necesitan ver nítido a todas las distancias, visión lejana, corta e intermedia.

Hoy en día hay una gran variedad de progresivos que sirven para casi todas las monturas. Aun así, hay que hacer un estudio individualizado de cada usuario en función de su graduación y de sus necesidades visuales, de esta forma garantizamos que la adaptación sea exitosa en la inmensa mayoría de los casos.

Utilizar una sola gafa para todas las distancias, sin tener que estar cambiando en función de la tarea que se esté realizando. Ver nítido a todas las distancias sin ningún esfuerzo.

Teniendo la graduación adecuada en cada momento y para cada tarea. Es la solución más parecida a como veíamos antes de la aparición de la presbicia.

El micrófono del audífono recoge la voz y el sonido del ambiente y lo convierte en una señal eléctrica que se transmite al procesador del audífono. El procesador es el que se encarga de incrementar el volumen de los sonidos en función de la pérdida de audición. Una vez amplificada, el auricular convierte la señal eléctrica en una señal audible y la transmite al canal auditivo.

El nivel de pérdida auditiva y el estilo de vida de la persona con pérdida auditiva y sus necesidades auditivas son las que determinarán el tipo de audífono (formato y gama tecnológica) que deberá llevar. Respecto al formato, se clasifican en retro (se colocan detrás de la oreja) e intra (se inserta en el oído). En relación con la gama tecnológica, es importante que el audioprotesista asesore al paciente sobre las prestaciones de cada una de ellas. Así, cuanto mejor sea la tecnología del audífono, mejor será la calidad de la audición y mayor la comprensión del habla. Será en entornos ruidosos donde mejor se aprecie la diferencia de tecnología.

Lo más habitual es que la pérdida auditiva se manifieste en los dos oídos, eso quiere decir que deberíamos usar dos audífonos. Oír con ambos oídos es lo que denominamos audición biaural, que facilita que oigamos los sonidos del entorno, los distingamos en lugares ruidosos, entendamos mejor el habla y, sobre todo, que podamos determinar la ubicación de los sonidos de una manera natural. En definitiva, con dos audífonos oímos de una forma natural. Si comparamos con llevar una gafa por no ver bien, imaginemos que un ojo lo llevamos con graduación y otro no, el campo visual no es bueno. Si lo extrapolamos al oído ocurre lo mismo.

El volumen del audífono se ajusta automáticamente. Siempre se amplifican los sonidos fuertes menos que los débiles y el nivel de amplificación depende de la pérdida auditiva de la persona. Pero algunos audífonos también cuentan con un control de volumen manual en forma de una pequeña palanca que hace que subir o bajar el volumen sea totalmente intuitivo: al pulsar la palanca hacia arriba se sube el volumen, al bajarla se reduce. También se puede realizar estos ajustes con un pequeño mando a distancia.

Sí, rotundamente. Aunque la primera sensación al colocarnos unos audífonos es de tener el oído un cuerpo extraño, esta se pasa en unas horas o en unos días, algo muy similar a lo que sucede al usar gafas por primera vez o al cambiar la graduación. En el primer momento, es posible que el usuario de audífonos note que empieza a oír sonidos que tenía olvidados, y le llame la atención cómo suena el roce de la ropa, su respiración, su propia voz, etc. También habrá sonidos que ya oía y se percibirán con más riqueza e intensidad. En definitiva, se le abrirá un nuevo mundo de sonidos que gracias al asesoramiento de su audioprotesista le ayudará a rehabilitar su déficit auditivo. Se acostumbrará a esta nueva situación y estas nuevas sensaciones las normalizará.

La alta gama de audífonos de cualquier proveedor proporciona la mejor audición tanto en silencio como en entornos con ruido y preserva siempre la mejor comprensión del habla. Además, garantiza una audición confortable sin cambios bruscos y una auténtica audición natural. Los audífonos de gama baja, por ejemplo, no son capaces de asegurar la mejor comprensión del habla en ruido, aunque en función de las necesidades y estilo de vida del usuario podrían ser suficientes.

Por supuesto. Hoy en día, gracias a la conectividad de los audífonos inalámbricos podemos oír directamente el teléfono, televisión o Tablet directamente en los audífonos. También existen unos pequeños dispositivos, denominados ayudas auditivas, que facilitan la escucha del sonido procedente de aparatos externos como el móvil.

Aunque es cierto que algunas marcas comercializan a través de Internet, es algo que desaconsejamos. Una persona que sufre un problema auditivo debe acudir a un centro auditivo para que el especialista en audición, el audioprotesista, le realice un estudio auditivo completo y determine el grado de pérdida auditiva. A partir de este primer diagnóstico, y conociendo las necesidades auditivas de cada usuario, el audioprotesista le orientará acerca de cuál es el audífono más adecuado. Una vez elegido el audífono será necesario tomar una impresión del oído del paciente para personalizar el molde, que es la parte que se coloca en el interior del oído del usuario. Además, el audífono es un dispositivo electrónico que cuenta con una serie de parámetros personalizables. El audioprotesista ajustará el audífono para adecuarlo al nivel de pérdida auditiva del usuario y para garantizarle la mejor audición en cualquier situación. Serán necesarias varias visitas al centro y un período de aclimatación para conseguir una adaptación correcta.